
30 segundos. Risas enlatadas. 30 segundos. Risas enlatadas. 30 segundos... La presentación de Romantically Challenged no puede ser peor, con un chiste sin gracia y risas enlatadas ensordecedoras. Si fuera sólo el principio...
El recurso de las risas enlatadas está muy extendido, es una característica presente en la mayoría de comedias. Su sonido marca el momento del chiste en la escena y muchas veces acompaña la ausencia de diálogo por parte de un personaje: en caídas, o escenificaciones graciosas. Con un buen uso, pueden integrarse como parte de la acción cómica sin perturbar al espectador.
Pero para que compaginen bien, tienen que marcar momentos realmente divertidos, que nos hayan hecho gracia: que no las notemos casi (en el mejor de los casos estaremos riendo).

El origen de las risas enlatadas no está muy claro, aunque muchos apuestan porque habría que buscarlo en los programas de radio de los años 20 con público en directo que reía espontáneamente. Esto habría llevado a algún productor a la conclusión de que la risa de unos pocos es contagiosa, y que matiza y da un balón de oxígeno de pocos segundos para que el espectador relama la gracia y, por supuesto, se ría.
Hay ejemplos de todo tipo. Por un lado tenemos a Big Bang Theory, que es tan divertida que las risas falsas de fondo, ni molestan ni las notamos a destiempo (incluso cuesta recordarlas), ¿alguien las echaría de menos? Seguramente sí, por la costumbre, pero los golpes cómicos están muy bien marcados, el guión es buenísimo sin necesidad de florituras que marquen los tiempos de reírse... Lo mismo nos sucede si pensamos cada uno en nuestras comedias favoritas, porque como en todo, los gustos de cada cual marcan en mayor o menor medida lo insoportables que puedan ser unas risas prefabricadas.
Por otro lado tendríamos a la recientemente estrenada Romantically Challenged, cuyo piloto es una tarta de risas pregrabadas, un puñado de chistes malos y una Alyssa Milano preguntándose ¿qué hago yo aquí?