Cancer sucks. Put that in your God damned inspirational poster

En su primera temporada, The Big C ha sido nominada a los Globos de Oro 2011 en la categoría de mejor comedia. Algo que me asombra, no sólo porque creo que hay un par de comedias mucho más divertidas y graciosas, sino porque además no sé por qué Showtime la ha tildado de comedia, ¡menudo drama está hecha!
The Big C comenzó a emitirse a mediados de agosto y lanzó su season finale tras 13 capítulos en el aire el pasado 15 de noviembre. La serie tiene por protagonista a Cathy (Laura Linney, también nominada a mejor actriz), una profesora joven que se entera de que tiene cáncer de piel y que podría quedarle un año de vida. Cathy comienza a cambiar su estilo de vida, comienza a probar cosas nuevas, así como a preparar su ida. El personaje protagonista es reticente a contarle a sus allegados su problema y esa vida nueva secreta que lleva a sus espaldas le lleva a cometer muchos errores. La cinta da mucho qué pensar, tiene sus salidas divertidas (sobre todo el hermano de Cathy) pero sobre todo es un drama familiar y personal, en el que encontramos tres grandes momentos en la primera temporada (¡spoilers!):
- Cuando Marlene (la vecina de Cathy a la que se confiesa y se hacen amigas) se suicida incapaz de controlar su alzheimer y creyéndose peligrosa después de apuntar con un arma al hijo de Cathy.
- Cuando el hijo de Cathy descubre el garaje donde su madre está almacenando regalos con tarjetas para todos sus cumpleaños, navidades, graduaciones... todas las fechas importantes que se va a perder cuando el cáncer acabe con ella. Es el final de la primera temporada, uno memorable.
- El cambio de actitud de Cathy, que de querer disfrutar lo que le queda de vida de maneras ostentosas y haciendo cosas impropias de ella (perdiéndose a sí misma), pasa a una actitud beligerante contra la enfermedad aceptando métodos invasivos que había rechazado durante muchos meses.

Es cierto que The Big C aborda la enfermedad de Cathy y su reacción de una forma amena y el hecho de que esté enferma no convierte a la serie, por necesidad, en un drama, pero es una comedia ácida con un trasfondo muy importante. Y no es que estemos ante un tratamiento a la ligera de una cuestión importante, ni mucho menos, sino de una visión única, particular, concreta: de la personalidad de Cathy, con lo socarrón que a veces pueda ser su humor (en el funeral de Marlene planea cómo será el suyo). Además, Cathy despierta en todos nosotros la necesidad de revisar nuestras vidas, enfermos o no, y le da al telespectador inquietudes sobre las que reflexionar.
El final de la primera temporada de The Big C es apoteósico y lacrimógeno, hasta el punto de poder confundir la serie con un verdadero drama. Y es que The Big C es una serie a salto de mata entre comedia y puro drama trágico.
La serie merece un reconocimiento, se hace más adictiva a medida que se suceden los capítulos, pero es discutible que lo merezca por encima de Modern Family o Community, a título personal.