
Nos hacíamos eco hace un par de semanas de la marcha de Katherine Heigl de Anatomía de Grey. La actriz, regular durante las primeras cinco temporadas, había estado ausente desde el principio de la sexta por una excedencia de maternidad. Decíamos entonces que productora y actriz se encontraban inmersas en conversaciones a ver cómo terminaba el culebrón, porque estaba previsto que el personaje de Izzie Stevens retomase su aparición para los cinco últimos capítulos, pero la actriz no aparecía por el set de rodaje. Ahora ya tenemos confirmación: la marcha de Heigl es definitiva.
"He terminado", ha declarado la actriz. "Hemos finalizado nuestros acuerdos. Todo el mundo ha estado trabajando duro para encontrar una manera amigable de seguir adelante. Es triste pero es lo que quería". La actriz de 31 años ha revelado que tenía problemas familiares y que habló con Shonda Rhimes para finalizar su contrato 18 meses antes de lo previsto. "He formado una familia y todo ha cambiado para mí. Ha cambiado mi deseo de trabajar a tiempo completo", ha confesado Heigl.

Con esto se acaban las esperanzas de los seguidores de la serie de una reconciliación de Isobel con Karev o de volver a ver a Denny en Anatomía. "Sé que estoy decepcionando a los fans. Tuve que tomar una decisión. Espero haber tomado la correcta", se ha explicado la actriz.
Creo que hay algo que nadie nos cuenta. Después de cinco años de trabajo con los mismos compañeros, y dejando aparte sus salidas de tono (Emmygate, 17-hourgate, Isaiahgate), no se puede entender que no haya querido tener una salida más digna (no digo emotiva porque su última aparición lo fue) ni aunque fuera en un único episodio (o cinco). Por mucha cara de santa que ponga en la portada de la revista Weekly Entertainment pidiendo perdón, hay piezas que faltan, y un personaje entrañable que desaparece de Anatomía de Grey.