
Todo llega a su fin, y este domingo fue el turno para Mujeres desesperadas. El final de Mujeres desesperadas llegó tras ocho años en los que hemos compartido todo tipo de situaciones con Teri Hatcher, Eva Longoria, Felicity Huffman y Marcia Cross.

El capítulo doble que dio por concluida la octava temporada de Mujeres desesperadas y con ello, a la serie, subió la media de la audiencia del año, con 11.1 millones de espectadores, dos millones por encima de los mejores registros de los últimos 30 episodios y por descontado la mayor audiencia del año.
La primera parte nos llevó a solucionar el tema central de la temporada: el juicio de Bree por el homicidio de Alejandro, aka Ramón Sánchez, con el que terminó la séptima temporada. Cuando todo parecía perdido con el desafortunado testimonio de Renee y Gaby en el estrado, la señora McCluskey intervino, y aunque mediante perjurio, confesó el crimen de Carlos para salvar a sus vecinas a las que consideraba amigas, familia. Su discurso en el estrado ya hizo que tuviéramos que sacar los pañuelos.

Solventado el juicio, quedaban varias cosas antes de la boda de Renee y Ben, entre ellas unir a Lynette y Tom, que tras una declaración a la luz de la luna, por fin ponían su crisis a un lado y volvían juntos.
La gran boda del último capítulo de Mujeres desesperadas empezó movidita, con una de esas escenas absurdas y divertidas por igual, que tanto hemos disfrutado: de camino al lugar Julie rompió aguas, y mientras Gaby robaba un vestido de novia para reemplazar el manchado de Renee, Susan Delfino se llevó la limusina para llevar a su hija al hospital. Mientras todos estaban de fiesta en la boda, ella se perdió algo que seguramente tampoco le apeteciera mucho y estuvo junto a Julie. Más tarde llegarían Porter y los otros abuelos orgullosos, Lynette y Tom, que habían superado su enésima pelea gracias a que Lynette había abierto su corazón en el brindis por su mejor amiga y su nuevo marido.

Al tiempo que nacía la hija de Julie, la vida de la señora McCluskey se apagaba en su casa y hasta allí acudiría corriendo Bree y su nuevo novio, el abogado... y con todo ello, la muerte y la vida, la serie se despedía. Aunque aún faltaban unos cuantos epílogos.
Queda una última partida de póquer de las chicas: ellas saben que las cosas ya no serán iguales. Susan pretende mudarse para ayudar a Julie, Lynette podría aceptar la propuesta de Katherine Mayfair (Dana Delany, guest star -insoportable-) y sin las cuatro unidas y sus partidas de póquer semanales, no será lo mismo (la voz en voz nos informa de que nunca más volvieron a juntarse). Entonces, Marc Cherry nos hizo un regalo y nos contó qué iba a ser de cada una de ellas y cómo nuestras ladies desesperadas irían abandonando the Lane una a una.

Lynette y Tom se marchan a Nueva York, Gaby y Carlos a California tras triunfar con una web sobre personal shopping y un programa de televisión, y también abandonan Wisteria Lane Bree y su nuevo esposo el abogado. Al final, todas abandonan el lugar.
La primera en hacerlo Susan, que antes de marcharse decide recorrer toda la calle por última vez para despedirse, y en ese momento, aparecen muchos de los personajes que han muerto o abandonado el lugar en estos últimos ocho años... entre ellos Mike Delfino y por supuesto, Marie Alice Young.
No ha sido una finale triste la de Mujeres desesperadas, todo lo contrario (con alguna excepción como la muerte de McCluskey), pero se ha hecho inevitable la llorera, sólo por la sensación de que era el fin, de que se acaban los secretos, los misterios, las mentiras; la sensación de que ya no seguiremos la vida de estos cuatro increíbles, divertidos, glamurosos personajes que se habían hecho un hueco en nuestra rutina habitual de septiembre a mayo.
Gracias ladies por estos años.
