
Con el octavo capítulo de la temporada 5 de Breaking Bad (5x08 Gliding Over All), la serie de AMC despide la mitad de la temporada (midseason finale) y tendremos que esperar al verano de 2013 para conocer el desenlace de la serie: el final definitivo de la historia de Walter White, ese profesor de química que un buen día se hizo cocinero de metanfetamina.

El episodio final de esta mitad de temporada de Breaking Bad entra en el top de los mejores de la serie y es que emoción no ha faltado en esta finale de 2012.
El episodio Gliding Over All comienza de nuevo con Walter y una mosca. Esta vez Walter no está obsesionado con la mosca y desea acabar con ella como en el episodio The Fly. La muerte de Mike no le atormenta y no tiene la menor intención de confesar ante Jesse las peores hazañas del tipo en el que se ha convertido. Si en The Fly, las mosca podría haber estado persiguiendo a Walter como el recuerdo de Jane, este nuevo insecto no hace mella en el ánimo del nuevo Walter: temido, y por encima de todo, ávido de poder y reconocimiento. Así, Mike termina como tantos otros en esta serie: desintegrándose en productos químicos dentro de un barril de plástico y una vez más, Walter miente al bueno de Pinkman, que continúa firme en su decisión de abandonar el negocio.

La policía no podrá atrapar a Ehrmantraut, pero sin duda el dinero ha dejado de llegar a los hombres encarcelados y ahora todos quieren cantar lo que saben y salir de la cárcel; pero no tienen la oportunidad. Lydia le da la lista de nombres a un Walter en plan Heisenberg (no sin antes negociar con él: la lista a cambio de nuevos contactos para comercializar su frenesí azul por Europa) y éste, se alía con el padre de Todd y sus malas compañías para tramar un plan maestro que acabe con los diez hombres que amenazan su anonimato y su prolífico negocio. Un asalto simultáneo en varias cárceles lleva a la muerte de todos ellos en menos de dos minutos.
Walter ha perdido los remordimientos: el fin justifica los medios hace tiempo que se instauró como su filosofía de vida y por eso, montar a Walter esperando por los asesinatos seguido de la escena de su visita a casa de Hank (ni más ni menos) para jugar con su hija, parece que muestra a dos hombres distintos. Y de repente pensamos en esa vecina que aparece en las noticias y dice que su vecino asesino era un tipo muy normal que siempre saludaba. Es un Walter White: absorbidos por el poder, el riesgo, la ambición... Hombres corrientes con dobles vidas que asustan.

Y así comienzan los buenos tiempos: cocinar, vender e inflar la caja... sin medida. El negocio de la droga azul está fuera de control. Y no es hasta que Skyler le muestre la cantidad infame de dinero que han conseguido, que Walter se dé cuenta de que ya no tiene el porqué de seguir siendo ese hombre. Eso, y una nueva resonancia de la que no nos muestran los resultados... ¿Ha vuelto el cáncer? Da dinero a Jesse y anuncia a su esposa que lo deja. La familia White parece comenzar a recomponerse y entonces presenciamos el cliffhanger de la temporada: Hank descubre en el baño de su inofensivo cuñado, un libro dedicado que asocia inmediatamente con Gale Boetticher, el químico de Fring, en el que "GB" le dedica a "WW" unas bonitas palabras, como aquellas que una vez le mencionara el policía a Walter (y por si acaso flaqueamos en memoria, nos enseñan el flashback).

Durante las anteriores temporadas Hank había conseguido juntar casi todas las piezas del puzle y ahora, aunque atónito, descubre la que le faltaba.
¿Qué pasa con el cáncer? No sabemos el resultado de las nuevas pruebas, aunque podemos asegurar que en un año más o menos Walter sigue vivo y con pelo, y ahora, podemos intuir por qué o de quién huye (en referencia al flashforward que abría la temporada y con el que creíamos que acabaría esta primera mitad -y no ha sido así-).
Para los ocho últimos episodios de Breaking Bad tendremos que esperar al verano de 2013 y lo hacemos satisfechos tras una temporada que ha mostrado la peor cara de Walter White. Hasta el próximo verano.